EL VALOR DEL SUEÑO
Durante el día, el cuerpo vital (que compone Vata, Pitta y Kapha) va especializando el fluido solar incoloro que nos rodea, a través del bazo. Esta vitalidad impregna todo el cuerpo, y puede ser contemplada por la maquina Kirlian o clarividentemente como un fluido de color rosa pálido, una vez que ha sido transmutada y apropiada por el cuerpo físico. Fluye por todos los nervios, y cuando es irradiada por los centros cerebrales en particular en grandes cantidades mueve los músculos adonde van a parar esos nervios.
Se puede decir que el cuerpo vital está como formado por puntas que apuntan en todas direcciones: hacia adentro, hacia afuera, hacia arriba, abajo y por todo el cuerpo, penetrando cada una de esas minúsculas puntitas hasta el centro de cada uno de los átomos químicos y haciéndolo vibrar con mayor intensidad que lo que sería natural en él.
Este cuerpo vital interpenetra al cuerpo desde el nacimiento hasta la muerte, en todo momento, excepto cuando la circulación de la sangre se detiene en alguna parte, como cuando nos oprimimos el brazo contra el borde de una mesa y se nos «duerme» la mano.
Se mira entonces clarividentemente, veremos la mano estérica como si fuera un guante, y los átomos químicos de la mano vuelven a su ritmo vibratorio lento, que les es normal. Cuando golpeamos la mano para «despertarla», sentimos una especie de hormigueo, causado por esas diminutas puntitas al penetrar nuevamente en los átomos adormecidos de la mano y ponerlos otra vez en intensa vibración.
El cuerpo vital también abandona el cuerpo denso de la misma manera al morir la persona. Las personas que se han estado ahogando y que luego han sido resucitadas, experimentan un sufrimiento intenso causado por la entrada de estas puntas, que sienten como un fuerte hormigueo.
Mientras se está absorbiendo el fluido solar en grandes cantidades, estas puntas del cuerpo vital están como distendidas por aquel fluido; pero, conforme va avanzando el día y las ponzoñas orgánicas se van acumulando en el cuerpo físico cada vez más, el fluido vital fluye con menor rapidez. Por la noche sobreviene un tiempo en que las puntas del cuerpo vital ya no obtienen todo el suministro necesario del fluido vitalizado, y entonces se encogen y los átomos del cuerpo vibran con pesadez. Esto produce la sensación de cansancio, de pesadez y fatiga que siente el individuo. Por último, llega un momento en que el cuerpo vital sufre como un colapso, y las vibraciones del cuerpo denso se tornan tan lentas que el Ego (ahankara) ya no puede mover el cuerpo. Entonces se ve obligado a retirarse para que los vehículos puedan restablecerse. Entonces decimos que el cuerpo está dormido.
Sin embargo, el sueño no es un estado inactivo, porque si lo fuera no se produciría la menor diferencia en la sensación que experimentamos por la mañana, si no existiera el restablecimiento causado por el sueño. La misma palabra «restablecimiento» implica una actividad.
Cuando un edificio ha sido deteriorado por el uso constante, es necesario restaurarlo y quitar escombros, en cuyo caso los inquilinos se van para que los obreros puedan realizar su trabajo. Por razones parecidas, el Ego se retira de su morada todas las noches. Y de la misma manera que los obreros trabajan en el edificio para rehabilitarlo nuevamente, así también el Ego tiene que trabajar para poner su cuerpo en condiciones de volverlo a utilizar. Y ése es el trabajo que realizamos todas las noches, aunque no tengamos conciencia de él al despertar. Esta actividad es la que elimina las toxinas del organismo (escombros), dando por resultado que por la mañana, al despertar, el cuerpo se encuentre fresco y descansado. Cuando la persona tiene la costumbre de cenar tarde y copiosamente no da oportunidad a que esta función se realice con un agni bajo, por eso amanece cansado después de una cena en la noche anterior acompañado de un sueño intranquilo.
Este asunto aparentemente tan banal es la causa importante de muchos trastornos orgánicos de la vida moderna; si este hábito de cenar muy tarde (después de las 9 de la noche) persiste, se traduce en problemas como sobrepeso, síndrome metabólico, hiperlipidemia, cardiopatías, migraña, distensión abdominal etc. etc. Y, en el ámbito emocional, en irritabilidad, belicosidad, depresión, etc.
RESULTADOS DE LAS COMIDAS DEMASIADO FRECUENTES
Contrario a lo que dicen los nutriólogos modernos otra causa fecunda de desórdenes digestivos es el hábito de comer a cortos intervalos. Las personas habituadas a comer cuatro o cinco veces por día, dicen que tienen hambre y se ven precisadas a comer o se sienten mal. En realidad, ese apetito se debe a una enfermedad estomacal, y el alivio que se experimenta se debe al peso de los alimentos, que adormece el estómago.
Si decimos que es criminal dar a una persona adicta a la morfina más morfina, por el mero hecho de que la desee, aunque ello le proporcione un alivio temporal de sus sufrimientos, deberíamos aplicar la misma lógica y filosofía a las personas que están emponzoñadas por el exceso de alimentos.
Esto no es una teoría, sino el resultado de investigaciones que no pueden ser comparadas con experimentos efectuados con los animales o seres humanos, en los que el sufrimiento incidental provocado por las investigaciones pueda ser tabulado. No existen tales barreras para las personas que poseen visión espiritual, las cuales pueden ver la acción peristáltica del estómago y de los intestinos, en los puntos en que el sistema haya sido sobrecargado.
Allí se ve que los alimentos exudan un gas ponzoñoso que es arrojado hacia la periferia del aura del cuerpo vital humano, mientras este conserve la salud. Pero cuando su vitalidad se debilita y el flujo de las fuerzas solares a través del bazo no es tan fuerte como lo usual al medio día, este gas ponzoñoso se mantiene en torno de la región abdominal como una ancha faja negra (samana vata envenenado), que envenena todas las actividades orgánicas del cuerpo mientras se mantenga allí.
Cuando una persona toma tres comidas diarias, hay una mejor oportunidad de que se disuelva esa banda ponzoñosa, generada por una comida, antes que se tome la siguiente. Pero si las comidas se toman a intervalos de pocas horas, no hay la menor oportunidad de que el paciente o una persona se libre de esa nubosidad ponzoñosa y, por consiguiente, se va poniendo peor y peor, acortando el período de su vida en tal forma que sería una sorpresa para muchos si pudieran darse cuenta de ello. Esta es la causa principal de la vejez precoz.
Por estas razones, todos los que deseen conservar una salud normal deben acostumbrarse a comer sólo dos o tres veces por día, y eso en poca cantidad, teniendo sumo cuidado en no recibir un volumen abundante más bien una mejor nutrición, porque es una amarga verdad el hecho de que la mayor parte de la gente muere por comer mucho y no por comer poco.
RAZONES DETERMINANTES DE LA DIETA MÁS VEGETARIANA
La mayor parte de la gente cree que una comida sin carne es incompleta, ya que, desde tiempos inmemoriales, se ha considerado axiomático que la carne es el alimento más vigorizador que tenemos.
Todos los demás alimentos han sido considerados corno meros accesorios o condimentos para una clase u otra de carne del menú.
Nada es más erróneo, porque la ciencia ha demostrado, mediante la experimentación, que invariablemente la nutrición obtenida de los vegetales tiene un poder sustentador mayor, y la razón no es difícil de ver cuando observamos las cosas desde el punto de vista ayurvédico.
La ley de la asimilación es que ninguna partícula puede entrar a formar parte del cuerpo a menos que sus fuerzas hayan sido completamente vencidas por el espíritu interno, el cual debe ser el que gobierna absolutamente en el cuerpo, como un perfecto autócrata, dominando la vida de las células, pues de lo contrario éstas se marcharían cada una por su lado, como ocurre cuando el Ego se va.
Es evidente que cuanto más oscura sea la conciencia de una célula, tanto más fácil resultará sobreponerse a ella y tanto más tiempo permanecerá sujeta.
Los diferentes reinos tienen distintos vehículos y, por consiguiente, diversa conciencia. El mineral sólo tiene el cuerpo denso, y su conciencia es similar a la de trance profundo. Lo más fácil sería, naturalmente, tomar alimentos del Reino Mineral, porque sus células permanecerían en el cuerpo más largo tiempo, evitándose la necesidad de comer tan a menudo. Pero, por desgracia, el organismo humano vibra con tal intensidad que no puede asimilar las inertes substancias minerales directamente. La sal y otras substancias similares salen del organismo en seguida, sin haber sido asimiladas; el aire está lleno de nitrógeno, que es el que necesitamos para reparar los desgastes orgánicos, y lo estamos aspirando de continuo, pero no podernos asimilarlo, como tampoco ningún otro mineral, hasta que este ha sido transmutado primeramente en el laboratorio de la Naturaleza: las plantas.
Las plantas tienen un cuerpo vital y otro denso, lo que les permite realizar este trabajo, siendo su conciencia un sueño profundo, sin ensueños. De esta manera le es fácil al Ego vencer a las células vegetales y mantenerlas en sujeción largo tiempo: de ahí el gran poder sustentador de los vegetales.
En los alimentos animales, las células se han individualizado ya mucho más, y como el animal tiene un cuerpo de deseos que le da una naturaleza pasional, es fácil comprender que, al comer carne, es mucho más difícil vencer a esas células, cuya conciencia es similar a la del sueño con ensueños, y, además, esas partículas no permanecerán mucho tiempo sujetas, por cuyo motivo la dieta carnívora exige mayores cantidades y comidas más frecuentes que la dieta vegetal o frugívora.
Si diéramos un paso más y comiéramos la carne de animales carnívoros, estaríamos hambrientos continuamente, porque en esos animales las células han alcanzado un alto grado de individualización y tratarán de obtener su libertad mucho más pronto. Que esto es así, lo demuestra bien el caso del lobo, del buitre y del caníbal, cuya hambre es proverbial, y como el hígado humano es pequeño hasta para hacerse cargo adecuadamente de las comidas de carnes corrientes, es evidente que si el caníbal viviera sólo de carne humana en vez de usarla como un bocadillo o golosina, pronto sucumbiría, porque si bien el exceso de carbohidratos, azúcares, almidones y grasas, hace poco daño al organismo siendo exhalados por los pulmones bajo la forma de ácido carbónico gaseoso, o saliendo en forma líquida por los riñones y la piel, un exceso de carne también se queda, pero deja el ponzoñoso ácido úrico. Por lo tanto, ya se reconoce que cuanta menos carne se coma será tanto mejor para nuestro bienestar.
Es natural que deseemos lo mejor como alimento, pero todos los animales llevan en si los venenos de la putrefacción. La sangre venosa está llena de ácido carbónico y otros elementos nocivos al llegar a los riñones y a los poros de la piel, para expelerlos como orina o transpiración. Estas repugnantes substancias se encuentran en todas las partes de la carne, y cuando comemos esos alimentos llenamos nuestro cuerpo con esas toxinas. Muchas enfermedades son debidas al empleo de alimento cuya base es la carne.
También existen pruebas abundantes de que la dieta carnívora estimula la ferocidad. Podemos mencionar la conocida ferocidad de las bestias de presa y la crueldad de los aborígenes, comedores de carne, como ejemplos típicos.
Por otra parte, la fortaleza y la docilidad prodigiosas del vacuno, el elefante y el caballo muestran los efectos de la comida herbácea en los animales. Por otro lado, las pacificas y vegetarianas naciones del Oriente como la India son una prueba incuestionable de la razón que existe contra la comida carnívora.
Tan pronto como adoptamos la dieta vegetariana, escapamos a una de las más serias amenazas a la salud, esto es, la putrefacción de las partículas de carnes incrustadas entre los dientes, siendo éste uno de los mejores argumentos para adoptar la dieta vegetariana. Tanto las frutas como los cereales y los vegetales en general son, por su misma naturaleza, de descomposición muy lenta, por fermentación, y cada partícula contiene una enorme cantidad de éter que la mantiene viva y fresca durante largo tiempo, mientras que el éter que ínter penetra la carne, que componía el cuerpo de un animal, ha desaparecido juntamente con el espíritu que lo animaba, al producirse la muerte.
De ahí que los peligros de la infección con los alimentos vegetales sean muy pequeños en primer término, siendo muchos de ellos antisépticos en alto grado (clorofila), en vez de venenosos. Esto se aplica particularmente a las frutas cítricas: naranjas, limones, pomelos, limas, etc., por no hablar del rey de los antisépticos, la piña, que ha sido empleado frecuentemente para curar una de las enfermedades más mortales: la difteria, que no es más que otra denominación para calificar al mal de garganta séptico.
Así pues, en vez de emponzoñar el sistema digestivo con los elementos putrefactos de las carnes, las frutas lo limpian y lo purifican, y la piña es uno de los mejores fermentos digestivos que pueda conocer el ser humano. Es muy superior a la pepsina y no hay que emplear ninguna crueldad feroz para obtenerlo.
Existen doce sales en el cuerpo; son vitales y representan a los doce signos del Zodiaco. Esas sales son indispensables para la formación del cuerpo. No son minerales, como generalmente se supone, sino vegetales. El mineral no tiene cuerpo vital, y sólo merced a este se cumple el proceso de la asimilación. Por lo tanto, tenemos que obtener esas sales del Reino Vegetal.
Los médicos dicen que así lo hacen, pero no se dan cuenta de que el fuego que utilizan en el proceso expulsa y destruye el cuerpo vital de las plantas, de la misma manera que la cremación deja solamente las cenizas o parte mineral de nuestros cuerpos. Por lo tanto, si queremos renovar el suministro de cualquier sal en nuestro cuerpo, es necesario que la obtengamos de las plantas crudas. Así es como deben administrarse a los enfermos.
Sin embargo, no debemos saltar a la conclusión de que todos deben dejar de comer carne y dedicarse a comer vegetales crudos. En nuestro estado actual de la evolución son muy pocos los que pueden hacerlo.
Tenemos que cuidarnos de no elevar demasiado rápidamente las vibraciones del cuerpo, porque para poder continuar nuestro trabajo en las condiciones actuales, tenemos que tener un cuerpo apropiado para las tareas que debamos llevar a cabo. Es necesario que tengamos siempre presente este pensamiento.
En el cráneo, en la base de cerebro, existe una llama. Arde continuamente en la médula oblongada, en la cabeza de la médula espinal, y como el fuego del altar del tabernáculo, es de origen divino. Este fuego emite un sonido como el zumbido de una abeja, el cual constituye la nota clave del cuerpo físico, tal como lo hace resonar el arquetipo. Es él el que construye y cementa las masas de células que conocemos como «nuestro cuerpo».
Este fuego arde con llama alta o baja, clara u opaca, según como lo alimentemos. El fuego (agni) existe en toda la Naturaleza, con excepción del Reino Mineral. El mineral no tiene cuerpo vital y carece, por lo tanto, de la avenida o conductor para el ingreso del espíritu viviente, el fuego. Este fuego lo renovamos parcialmente con las fuerzas del Sol, que penetran en el cuerpo vital a través de la contraparte etérica del bazo, pasando de allí al Plexo Solar, donde se colorea, dirigiéndose luego hacia arriba por la sangre. También alimentamos ese fuego con el Fuego viviente que absorbemos de los alimentos crudos que comemos y asimilamos.
Contemplando la cuestión del régimen carnívoro desde el punto de vista ético, vemos que el hecho de matar para comer va en contra de nuestros más elevados sentimientos y conceptos. En los tiempos antiguos el hombre salía a cazar como cualquier animal de presa, insensible y rudo. Actualmente su caza la realiza en la carnicería, donde no tiene que soportar ninguna de las escenas repulsivas y vergonzosas del matadero. Si tuviera que ir a esos lugares sangrientos, donde todos los días se cometen horrores para poder satisfacer sus costumbres anormales y dañinas, que causan muchísimas más víctimas que su sed de alcohol; si tuviera que manejar el cuchillo y hundirlo en las carnes palpitantes de sus víctimas, ¿cuánta carne comería? Muy poca.
Pero para rehuir este trabajo repugnante, obligamos a nuestros semejantes a trabajar en los sangrientos corrales de abasto, matando millares de animales días tras día; los brutalizamos a tal punto que las leyes no le permiten formar parte de los jurados en casos capitales, porque ha perdido todo sentimiento con respecto a la vida.
Los animales que matamos también elevan su grito de protesta contra este asesinato, y se forma una nube de horror y odio sobre las grandes ciudades donde existen mataderos. La ley protege a los perros y a los gatos contra las crueldades. Todos nos alegramos de que las pequeñas ardillas en los parques de las ciudades vengan a nosotros a tomar las golosinas que les ofrecemos en nuestra propia mano; pero tan pronto como hay dinero en la carne o la piel de un animal, el ser humano pierde todo respeto por su vida y se convierte en el ser más peligroso de la tierra, alimentándolos y criándolos para ganar dinero, imponiendo sufrimientos y tormentos sobre los demás, sus propios semejantes, para amontonar oro.
Tenemos una deuda terrible (karma colectivo) que pagar con las criaturas inferiores, cuyos instructores deberíamos haber sido, pero de los cuales nos hemos convertido en asesinos, y la buena ley que siempre obra para corregir los abusos, a su debido tiempo relegará el hábito de comer animales muertos, como actualmente ha relegado el canibalismo al montón de las cosas idas.
Está en la naturaleza de los animales de presa el comerse a cualquier otro animal que se les ponga en el camino, y sus órganos están constituidos en tal forma que necesita esa clase de alimento para subsistir; pero todo está en pleno desenvolvimiento y transformación y siempre va metamorfoseándose en algo superior.
El ser humano, en sus primeras etapas de desarrollo, era también como los animales de presa en muchos sentidos. Sin embargo, debe convertirse en un Dios y, por lo tanto, dejar de destruir en algún tiempo, para poder comenzar a crear. El régimen carnívoro ha estimulado el ingenio humano de orden inferior en el pasado; ha servido su objetivo en la Evolución; pero ahora estamos en el umbral de una nueva Edad, en la que el servicio y el sacrificio abnegados producirán el crecimiento espiritual de la humanidad.
La evolución de la mente producirá una Sabiduría muy por encima de nuestras más grandiosas concepciones actuales; pero antes que se nos pueda conferir esa sabiduría con seguridad, tenemos que volvernos tan inofensivos como palomas, pues de lo contrario existiría el riesgo de que la utilizáramos con fines egoístas y destructivos, lo que sería una gravísima amenaza para nuestros semejantes.
A fin de evitar tal contingencia, es necesario adoptar la dieta mayormente vegetariana.
Se nos ha enseñado que no existe otra vida en el Universo que la vida de Dios; que en Él vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser; que Su Vida lo anima todo, por lo que no es difícil comprender que tan pronto como quitamos la vida a otro estamos destruyendo la forma creada por Dios para Su manifestación. Los animales inferiores son espíritus en evolución y tienen sensibilidad. Su deseo de experiencia es lo que les hace construir sus varias formas; y cuando se las quitamos, los privamos de la oportunidad de obtener esa experiencia. Obstaculizamos su evolución en vez de ayudarlos, y pronto llegará el día en que sintamos una profunda repugnancia ante el mero pensamiento de convertir nuestros estómagos en el cementerio de los cadáveres de los animales asesinados.
Todos los verdaderos Ayurvedas se abstendrán de comer carne por pura compasión y comprenderán que toda vida es la Vida de Dios y que es un pecado causar sufrimiento a cualquier ser sensible.
En muchos lugares de la Biblia se habla de «carne», aunque es evidente que no se refiere a la carne material. En el capítulo del Génesis donde se asigna al ser humano por primera vez su alimento, se le dice que comerá de todo árbol y de toda hierba que lleve simiente, «y será para ti como carne».
Las personas más evolucionadas de todos los tiempos se han abstenido totalmente de comer carne. Vemos, por ejemplo, en Daniel, que era un santo y un sabio, como rogaba que no se le hiciera comer carne, pidiendo que a él y a sus compañeros se les dieran legumbres.
También se habla de los hijos de Israel en el desierto, diciendo que sentían el ansia de comer carne, y que su Dios se irritó contra ellos por tal razón.
Hay un motivo esotérico en el significado de alimentar a la multitud con pescado; pero si nos limitamos al punto de vista estrictamente material, podemos resumir todos los puntos ya mencionados reiterando que llegará el tiempo en que nos será imposible comer carne o pescado, de la misma manera que ya hemos sobrepasado la etapa del canibalismo.
Sean cuales fueren las tolerancias que se hayan permitido en el bárbaro pasado, todas ellas desaparecerán en el futuro altruista, en que una sensibilidad más refinada habrá despertado en nosotros un sentido profundo de los horrores que implican nuestros gustos carnívoros.
NOTA: Para tratar estos problemas actuales y otros recomendamos aplicar el Panchakarma, que es todo un programa de desintoxicación y balance como también enseñanza de mínimo una semana en retiro para una recuperación satisfactoria.Esto se realiza en nuestras instalaciones en Cuernavaca, México.
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Marcus de Oliveira Teles, D. Ay. es Fundador, junto con su esposa, de Centro Ayurveda, un Centro de Sanación Integral con sede en las ciudades de Cuernavaca y México.Es considerado el Decano de Ayurveda en México |
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